SOBRECARGA

El principio de sobrecarga, también llamado «Ley de Shultz-Arnord»,[4] nos dice que es necesario someter el cuerpo a ejercicios de intensidad y duración superiores a los que soporta normalmente para lograr modificaciones en el organismo del atleta que potencien sus capacidades físicas hacia una actividad deportiva determinada.[1] El estímulo provocado por el ejercicio altera el equilibrio interno del organismo, llamado homeostasis. Durante la fase de recuperación, el organismo se adapta para recuperar el equilibrio pero a niveles funcionales superiores a los que tenía con anterioridad (mediante un proceso llamado «supercompensación» o «sobrecompensación»), lo que aplicado a la disciplina deportiva redunda en una mejora del rendimiento.[4] Es importante que la sobrecarga sea superior al umbral de adaptación de la persona o de lo contrario no provocará una reacción que mejore el rendimiento. Pero también debe ser inferior al límite de tolerancia máxima del atleta para evitar el sobreentrenamiento y la reducción del rendimiento asociada con ese fenómeno.