El principio de reversibilidad nos advierte que los beneficios obtenidos a través de un programa de entrenamiento se verán reducidas o se perderán completamente si el entrenamiento se reduce o suspende completamente.[2] Este fenómeno se llama desentrenamiento y aparece rápidamente una vez que se ha suspendido el entrenamiento. En algunos casos es posible ver pérdidas de condición física en tan solo dos semanas de interrupción, incluso en adaptaciones que requirieron mucho más tiempo para lograrse.[5]
A este principio también se le llama principio de continuidad por el énfasis que pone en mantener un programa de entrenamiento de forma ininterrumpida durante toda la carrera del deportista y durante el periodo de competición. Un programa de entrenamiento continuo permite alcanzar las condiciones necesarias para el cumplimiento de los objetivos en el momento oportuno, logrando adaptaciones a partir de los resultados de años anteriores.[1]
La necesidad de evitar la reversibilidad de las adaptaciones es un factor determinante en la estructuración de los programadas de entrenamiento. Entre los aspectos más importantes que se ven afectados por este factor se encuentran la necesidad de asegurarse que los periodos de tiempo entre sesiones de entrenamiento no sean demasiado largos para que no se pierda la influencia de la sesión anterior y la de mantener al atleta activo durante los periodos entre competencias (por ejemplo durante las vacaciones).


